Paradoja de un pez

Acero, resina de poliéster, pintura y barniz industrial. Marzo-2004
Medidas: 63 x 46 x 53 cms.

 

La paradoja es para mí una metáfora donde las imágenes que se yuxtaponen son contrarias. El diccionario, entre otras definiciones, recoge éstas: "Absurdo que se representa con visos de verdad. Figura retórica en la que se relacionan dos ideas que, en principio, se dirían opuestas o contradictorias".
Esta obra la hice para explicar que la paradoja es una forma de metáfora, y para señalar la afinidad con el ready-made. Éste tiene algo de paradójico porque presenta en una sola imagen la imagen original y la descontextualizada, que no sólo es distinta, sino opuesta. Al año siguiente, en Arco del 2005, me encontré con una obra similar, sólo que más hermosa. Una galería italiana presentó esa obra. Estaba dividida en dos estancias. En el centro


había un cubo de metacrilato con respiraderos en el que volaban pájaros de intensos colores. Alrededor de este cubo se situaba una pecera, rectangular también, pero el centro estaba rodeado de paredes formando un hueco en el que precisamente se colocaba la jaula descrita. El efecto era mágico. Peces de vivos colores se mezclaban con pájaros de colores no menos intensos, en un ámbito que parecía común. La transparencia del agua, la del aire y la del metacrilato parecía contener ambas especies en el mismo ámbito.
Aunque la forma de esa obra era muy hermosa, muy superior a la que yo realizara 10 meses antes, el contenido era similar. Se trataba de fusionar los opuestos, de presentar visualmente una paradoja. En mi caso tenía la misión de hacer ver la conexión entre la paradoja y el ready-made. Qué cosas había en el ready-made que supusieran una paradoja.
El pintor que más utiliza la paradoja como componete estético es René Magritte. Basta recordar por ejemplo su obra La sirena, en el que la parte superior del cuerpo era de pez y la parte inferior, humana. Su obra era esencialmente paradójica: Unas botas que acaban en dedos de carne y hueso; una paloma hecha de vaciado, en el que aparecen nubes diurnas contra un fondo de cielo nocturno; un espejo donde el reflejo de la figura que se mira en él es precisamente su opuesto, su nuca en lugar de su cara; un vaso de agua encima de un paraguas, un barco hecho de agua, etc...
Su obra y su sentido de ver el arte era la oposición firme al conceptualismo. En esa negación lo afirmó. En su obra Los dos misterios, de 1966, dibujó en el aire una pipa, que parecía más sólida que la que dibujó debajo, en una pizarra, con el texto Ceci n´est pas une pipe, Esto no es una pipa. Parecía la refutación a la obra Una y tres sillas de Joseph Kosuth, aparecida en 1965, un año antes.
Las asociaciones de imágenes que ejercitó Magritte y las que llevó a cabo Dalí eran muy diferentes. Dalí juntaba literalmente imágenes físicas, como si fuera un juego en el que había que buscar las imágenes escondidas. Magritte dejaba que la imaginación entendiese la relación entre las imágenes diferentes, casi siempre paradójicas.